Calatañazor

Donde Almanzor perdió el tambor

Pueblo medieval de la provincia de Soria, cuya población ascendía en enero de 2010 a 70 habitantes, 38 hombres y 32 mujeres. Hablamos de la villa de Calatañazor, que fue declarada en 1962 Conjunto Histórico-Artístico Nacional.
El nombre de este primitivo asentamiento proviene del árabe "Qalat al-Nusur" (Castillo del azor).
El castillo data del s. XIV al XV, y desde su flanco occidental se contempla la extensa llanura que actualmente se denomina el "Valle de la Sangre". Con este nombre podemos imaginar la batalla que tuvo lugar entre moros y cristianos a principios del siglo XI.
Desde aquí se distinguen los sabinares muy bien conservados entre los campos de cereales.


En la calle principal; una empinada calle empedrada de cantos rodados que forma el eje urbanístico del poblado y que termina en la plaza que acoge en su centro un rollo emblemático bajomedieval.






Los techos de las casas están cubiertos de tejas, y sobre ellos se levantan unas curiosas chimeneas de forma cónica de origen celta.
Inicialmente, las casas se construían primero por la cocina, y estas chimeneas eran el soporte principal de la vivienda. Conforme iban ampliando la vivienda en habitáculos, éstos se formaban alrededor de la cocina, donde además de cocinar sobre las brasas del fuego, sus moradores comían sentados en los bancos instalados junto al hogar, y después se hacían las tertulias bajo la tenue luz que entraba por la chimenea.



La arquitectura de las casas es otra de las curiosidades a tener en cuenta. Son casas con paredes desplomadas de tapial de barro y paja, de tosca mampostería de piedra, con estructura y trabazón que descansan en irregulares rollizos de enebro, y sus puertas están protegidas por postigos de media altura.






Puerta con ventano


Detalle de estilo románico en el pórtico occidental de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo.

Puerta románica.

Ventana con curiosas grabaciones en un dintel de piedra.

Enigmático motivo grabado en una piedra empotrada en la fachada.

Ventanucos


Agurrak


De izquierda a derecha: Josune, Víctor Ondategui Álvarez, Asier y Josu.

Podéis ver más fotos de Calatañazor en el álbum de Víctor Ondategui Rubio, hijo del señor que aparece en la foto. 
Desde aquí agradecemos sus atenciones y las explicaciones que nos dio sobre los usos y aplicaciones de los utillajes y aparejos que guarda con especial mimo en la vivienda. Además, nos mostró el interior de la cocina, donde pudimos charlar un rato bajo la estructura cónico-cilíndrica de la característica chimenea de origen celta.

Una panorámica del paisaje que pudimos disfrutar volviendo hacia Vinuesa desde Calatañazor; en el centro se aprecia el embalse de "La Cuerda del Pozo", construido en 1941, y en él se ramansan las aguas del río Duero.

Era el atardecer de un 19 de agosto de 2010. 
Juantxo.



El Cañón del Río Lobos

No muy lejos de Calatañazor, hacia el oeste, existe un entorno natural de extraordinaria belleza; se trata de un cañón labrado a lo largo de los años por el río que le da su nombre, situado entre las estribaciones de la Cordillera Ibérica y la meseta del Duero. 
Se trata de una erosión fluvial que que ha ido horadando las calizas del Cretácico en un recorrido de unos 25 kilómetros entre las provincias castellanas de Burgos y Soria.
Declarado Parque Natural en 1985, el entorno comprende una superficie de 9.580 hectáreas. 

Acantilado del Cañón del Río Lobos, en cuyos perfiles se aprecia la erosión diferencial en las calizas originada por la mayor o menor cantidad de arcilla. 

En sus flancos aparecen algunas grutas y lermas teñidas de óxidos por la acción del agua.
Las sabinas y enebros conviven con pinos, encinas y quejigos, y las salvias, espliegos y tomillos impregnan de aromas silvestres sus riberas salpicadas de chopos y sauces.
Es fácil ver a buitres y rapaces. En el río, de aguas cristalinas, se agitan los peces y se asoman los anfibios a recibir los rayos del sol, posándose sobre las numerosas hojas flotantes de los nenúfares.
Se han catalogado hasta quince rutas que discurren por su interior. Nosotros anduvimos la que lleva hasta la ermita templaria de San Bartolomé, desde la que se divisa una de las muchas grutas incrustadas en los escarpados riscos. Desde este lugar se accede también al mirador de El Balcondillo, con unas arriesgadas vistas a un espectacular meandro.
Es uno de los lugares más bonitos y relajantes que he visitado.

Juantxo, 19 de agosto de 2010.


La ermita templaria de San Bartolomé

Se trata de una ermita cisterciense construida a principios del siglo XIII en uno de los enclaves más importantes de la Orden del Temple.





La gruta


En la foto, Josu en primer plano; detrás del árbol seco se aprecia la entrada a la gruta.


Desde el interior se aprecia al fondo la ermita templaria.

La mirador


En el mirador de El Balconcillo. Al otro lado hay un precipicio y asomarse demasiado es peligroso. Como decimos por aquí "da cosa".

Agurrak





Berlanga de Duero


A medio camino entre el Cañón del Río Lobos y Calatañazor se encuentra Berlanga de Duero. Es donde paramos para comer en uno de sus restaurantes, y comimos muy bien.
Su población original celtíbera se transformó en asentamiento romano, que en el siglo X tomaron los árabes convirtiéndola en plaza importante en la jurisdicción de Medinaceli.
En el año 1060, el rey Fernando I "El Magno", hijo de Sancho III de Navarra, tras conquistar las guarniciones de Gormaz y Aguilera, asaltó una Berlanga casi desierta, pues sus habitantes musulmanes la acabaron abandonando antes de que llegaran las tropas cristianas.

Berlanga es un típica villa castellana que posee un itinerario monumental muy interesante. En la Edad Media estuvo rodeada de murallas, de las que sólo se conserva la Puerta Aguilera; rematada por almenas que recuerdan sus orígenes defensivos.


De curiosa figura arquitectónica, esta puerta dispone de arco ojival sobre el que se observan vestigios de un escudo bastante deteriorado, enmarcado por unas pilastras que sostienen una concha, con la que algunos relacionan la villa con el Camino de Santiago.
Por esta puerta se accede a una de las calles más típicas de Berlanga, salpicadas de curiosos soportales que nos guían hasta la Plaza Mayor.

 

Cerca de la Puerta Aguilera, en el camino exterior al recinto, existe una picota o rollo de estilo gótico, quizás de finales del siglo XV, que indicaba al caminante que la villa de Berlanga disponía de jurisdicción propia; a la vez, servía de castigo a los presos. 
La picota es de piedra caliza y se asienta sobre unos escalones circulares; su primera mitad termina en cuatro cabezas de león que adornan cada esquina; le sigue un segmento más elaborado cuyo ornamento parece el típico pináculo gótico de una catedral. En su cima, y debido al nivel de deterioro alcanzado, apenas se puede apreciar lo que pudo ser la figura de un oso sosteniendo un blasón, cuyo significado pudiera estar relacionado con el primitivo escudo de la villa.

Casas de paredes de adobe y entramados de madera embellecen la localidad. Algunas fachadas conservan blasones que atestiguan un rico patrimonio, aumentado por varios edificios palaciegos.


El castillo de Berlanga se construyó en el siglo XV sobre los cimientos de otro anterior que, a su vez, lo hizo sobre el primer castillo que construyeron los árabe. Está formado por dos cercados amurallados; el mayor rodea la falda de la colina donde se asienta la segunda muralla interior de gruesos muros que protege una esbelta torre llamada del homenaje.


Dejé pendiente visitar otros monumentos importantes como la Colegiata de Santa María del Mercado, declarada Bien de Interés Cultural en 1931, y el Palacio Ducal, entre otros. 
La tarde se estropeó y se puso a llover. Desistimos entrar al interior del castillo.
Saqué pocas fotos. Otra vez será.

Juantxo.

1 comentario:

  1. Hermoso y sencillo documental de un viaje bien disfrutado en familia. ¡¡Felicidades!!

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